
Con la brillantez que le caracteriza, mi querido Antonnio Martín Jarabo, nos vuelve a regalar uno de sus muchos sueltos sobre Boadilla del Monte. Jarabo, no dejes de enviarnos todo lo que quieras publicar en este que es vuestro blog. Un fuerte abrazo y muchas gracias.
Atardecer en el bosque
El viento suave mece las copas de los árboles refrescando el ambiente, el arroyo que cruza el bosque susurra a su paso su cantarina sonata, mezclándose con el alegre trino de los pájaros que abundantemente lo pueblan.
La tarde va cayendo y la luz se van haciendo tenue, es el momento en que el bosque empieza a tomar otro tipo de vida y solo el agua del arroyo sigue su monótona cantarina, los alegres pájaros resguardados en sus nidos esperaran otro nuevo día, pues se avecina el momento en que las rapaces saldrán de sus madrigueras en busca de su alimento.
El cauto zorro irá en busca de su comida diaria, y las aves nocturnas planearan su vuelo en la oscuridad del atardecer, algún ratoncillo se atreverá a ponerse al descubierto y fatídicamente caerá en sus garras.
El incauto conejo, que al frescor del atardecer se decide a salir de su madriguera a disfrutar de los frescos brotes que la humedad le hace más apetecible, no sabe del peligro que le acecha y poco podrá disfrutar de ellos pues los lentos y pausados pasos del zorro le acechan y al poco caerá entre sus mandíbulas dando lugar al ciclo vital.
Es la secuencia de la vida del bosque, la suave brisa mece las copas de los árboles, poniéndole música al viento, sin saber, en la placidez de la noche, un animal dará su vida para que otro viva y así las especies se perpetuaran en la convivencia del bosque, por norma, la naturaleza, si el hombre no la interfiere, sabe equilibrar perfectamente la selección animal, y el débil cede ante el fuerte por imperativos de la propia naturaleza.
Y mientras el arroyo sigue susurrando con su lento correr a través de los guijarros en espera de que un nuevo amanecer diga a los pájaros que tienen que alegrar nuevamente con sus trinos la vida del bosque.
Que poco aprecio le damos a la hermosura de contemplar un atardecer en el bosque cuando los rayos del sol se van ocultando entre las hojas de los árboles, y el frescor de la noche apacigua los calores del verano.
Jarabo Julio de 2009
El viento suave mece las copas de los árboles refrescando el ambiente, el arroyo que cruza el bosque susurra a su paso su cantarina sonata, mezclándose con el alegre trino de los pájaros que abundantemente lo pueblan.
La tarde va cayendo y la luz se van haciendo tenue, es el momento en que el bosque empieza a tomar otro tipo de vida y solo el agua del arroyo sigue su monótona cantarina, los alegres pájaros resguardados en sus nidos esperaran otro nuevo día, pues se avecina el momento en que las rapaces saldrán de sus madrigueras en busca de su alimento.
El cauto zorro irá en busca de su comida diaria, y las aves nocturnas planearan su vuelo en la oscuridad del atardecer, algún ratoncillo se atreverá a ponerse al descubierto y fatídicamente caerá en sus garras.
El incauto conejo, que al frescor del atardecer se decide a salir de su madriguera a disfrutar de los frescos brotes que la humedad le hace más apetecible, no sabe del peligro que le acecha y poco podrá disfrutar de ellos pues los lentos y pausados pasos del zorro le acechan y al poco caerá entre sus mandíbulas dando lugar al ciclo vital.
Es la secuencia de la vida del bosque, la suave brisa mece las copas de los árboles, poniéndole música al viento, sin saber, en la placidez de la noche, un animal dará su vida para que otro viva y así las especies se perpetuaran en la convivencia del bosque, por norma, la naturaleza, si el hombre no la interfiere, sabe equilibrar perfectamente la selección animal, y el débil cede ante el fuerte por imperativos de la propia naturaleza.
Y mientras el arroyo sigue susurrando con su lento correr a través de los guijarros en espera de que un nuevo amanecer diga a los pájaros que tienen que alegrar nuevamente con sus trinos la vida del bosque.
Que poco aprecio le damos a la hermosura de contemplar un atardecer en el bosque cuando los rayos del sol se van ocultando entre las hojas de los árboles, y el frescor de la noche apacigua los calores del verano.
Jarabo Julio de 2009
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