EL AMIGO
El otro día leí una reflexión sobre la ESPERANZA que me llegó al corazón. Hablaba de quimioterapia y de sufrimiento...de la entereza, fortaleza, valor y muchas cosas más que sin saber cómo, sacamos de nosotros ante las grandes dificultades.
El otro día leí una reflexión sobre la ESPERANZA que me llegó al corazón. Hablaba de quimioterapia y de sufrimiento...de la entereza, fortaleza, valor y muchas cosas más que sin saber cómo, sacamos de nosotros ante las grandes dificultades.
Quise contestar con un comentario y no sabía cómo hacerlo, sencillamente porque no encontraba palabras apropiadas. ¿Cómo podemos llegar a saber lo que se siente en esos momentos extremos de sufrimiento y de miedo si no nos pasa a nosotros? ¿De dónde se saca esa fuerza para salir adelante y conseguir superarlos?
...Y entonces me acordé de algo que oí por la Radio hace muchos años y que a mí, me ayudó.
No sé quién es el autor ni tampoco si tenía algún título. Yo lo recuerdo así y le llamo “El Amigo” y mi única intención al escribirlo es que llegue a las personas que lo necesiten.
“Había una vez un hombre bueno, honrado y trabajador. Tenía una hermosa familia, un buen trabajo, una buena casa y se sentía muy feliz.
A este hombre le gustaba pasear por la playa, y todas las tardes, cuando terminaba su jornada, se iba a pasear por la orilla del mar... le encantaba ver las olas...y las gaviotas... y las golondrinas de mar zambulléndose en el agua mientras pescaban. Y mirando todas las cosas que había a su alrededor se sentía muy contento y pensaba que lo tenía todo... que no podía pedir nada más a la vida...
Un día, mientras pensaba cosas así, se dio cuenta, de que al lado de las huellas que iban dejando sus pies en la arena, había otras que andaban al mismo ritmo que él; si él se paraba,las huellas de los otros pies, también se paraban... pero lo extraño era que no veía a nadie a su lado, y entonces, muy intrigado, preguntó:
-¿Quién eres que andas a mi lado y no te veo?
-Soy Yo – le contestó una voz
-¿Y por qué me sigues? - volvió a preguntar el hombre.
-Yo no te sigo, te acompaño – contestó la voz
-¿Me acompañas? ¿para qué, si no te veo?... ¿de qué me sirve?
-Puedes hablar conmigo, compartir conmigo lo que sientes... o lo que piensas... decirme lo que necesitas... eso... hablar... como se hace con un amigo... yo siempre estoy a tu lado.
-¿Siempre?
-Siempre, en todo momento...
-Bueno, entonces dime como te llamas... para poder dirigirme a ti cuando quiera hablar contigo – dijo el hombre.
-Llámame como tú quieras... unos hombres me llaman de una forma y otros de otra, como más te guste – contestó la voz.
-Pues no se... de momento no se me ocurre ningún nombre...
-Si no encuentras ningún nombre, puedes llamarme simplemente “Amigo”
-Ah, pues así te llamaré contestó el hombre muy contento de pensar que así tenía un amigo con el que podría pasear todas las tardes.
Y desde aquel día, en cuanto llegaba a la playa, buscaba las huellas de su Amigo al lado de las suyas y empezaba a contarle lo que había hecho durante el día... y los dos se reían y disfrutaban de todas las cosas que veían a su alrededor... de las olas que les mojaban cuando iban distraídos y empezaba a subir la marea... de las estrellitas de mar que se quedaban en la arena y corrían deslizándose hasta el agua... hablaban de mil cosas y los días transcurrían tranquilos y felices...
Pero un día, cuando el hombre estaba trabajando, le avisaron de que un hijo suyo estaba gravemente enfermo... tenía una terrible enfermedad y los médicos no podían salvarle...
El hombre sintió como si el mundo se hundiera bajo sus pies... vendió todo lo que tenía para curar a su hijo... lo llevó a los mejores médicos... pero no sirvió de nada... y el hombre se sintió tan mal que se olvidó de todo lo que no fuera su hijo... y dejó de ir a al playa... ya no le importaban las olas... ni las gaviotas... ni las golondrinas de mar...
Dejó de reunirse con el resto de sus familiares porque se sentía muy desgraciado... y perdió a sus amigos y se sintió muy solo...
Y entonces se acordó de su Amigo de la playa y salió corriendo a la orilla del mar para contarle todas las cosas que le ocurrían... y empezó a buscar en la arena las huellas de su Amigo... pero no las vio... y por más que las buscaba no las veía... allí solamente había unas huellas...
Y encarándose al mar gritó con todas sus fuerzas y lloró hasta quedar rendido creyendo que también su Amigo le había abandonado. Pensaba que no era justo que a él, le pasaran tantas cosas... había sido bueno y honrado...no había hecho mal a nadie ¿por qué le tenían que ocurrir a él tantas desgracias?...
Y fueron pasando los días, y los meses...
El hombre no podía hacer nada y poco a poco, empezó a pensar en los hijos que le quedaban y en volver a hablar con ellos y con el resto de su familia... y volvió a pasear por la playa... y a fijarse en las golondrinas... y en las olas que siempre volvían a la arena... y seguía buscando las huellas de su Amigo...
Y poco a poco, la desesperación empezó a darle paso a la conformidad, y el hombre empezó a sentirse mejor... y sus cosas se empezaron a arreglar... y un buen día, cuando volvió a la playa, vio las huellas de su Amigo al lado de las suyas...
Y entonces, el hombre, muy dolido se paró y le dijo:
-¿Ahora vienes? ¿Dónde estabas cuando te necesité? ¡Busqué tus pisadas y no las hallé! ¡¡Me cansé de esperarte y no te ví!! ¿y tú, te llamas mi Amigo? ¡Se puede saber ¿ qué hacías cuando yo me sentía tan mal?
-Cuando tú te sentías tan mal – contestó El Amigo-
Yo te llevaba en brazos...
...Y entonces me acordé de algo que oí por la Radio hace muchos años y que a mí, me ayudó.
No sé quién es el autor ni tampoco si tenía algún título. Yo lo recuerdo así y le llamo “El Amigo” y mi única intención al escribirlo es que llegue a las personas que lo necesiten.
“Había una vez un hombre bueno, honrado y trabajador. Tenía una hermosa familia, un buen trabajo, una buena casa y se sentía muy feliz.
A este hombre le gustaba pasear por la playa, y todas las tardes, cuando terminaba su jornada, se iba a pasear por la orilla del mar... le encantaba ver las olas...y las gaviotas... y las golondrinas de mar zambulléndose en el agua mientras pescaban. Y mirando todas las cosas que había a su alrededor se sentía muy contento y pensaba que lo tenía todo... que no podía pedir nada más a la vida...
Un día, mientras pensaba cosas así, se dio cuenta, de que al lado de las huellas que iban dejando sus pies en la arena, había otras que andaban al mismo ritmo que él; si él se paraba,las huellas de los otros pies, también se paraban... pero lo extraño era que no veía a nadie a su lado, y entonces, muy intrigado, preguntó:
-¿Quién eres que andas a mi lado y no te veo?
-Soy Yo – le contestó una voz
-¿Y por qué me sigues? - volvió a preguntar el hombre.
-Yo no te sigo, te acompaño – contestó la voz
-¿Me acompañas? ¿para qué, si no te veo?... ¿de qué me sirve?
-Puedes hablar conmigo, compartir conmigo lo que sientes... o lo que piensas... decirme lo que necesitas... eso... hablar... como se hace con un amigo... yo siempre estoy a tu lado.
-¿Siempre?
-Siempre, en todo momento...
-Bueno, entonces dime como te llamas... para poder dirigirme a ti cuando quiera hablar contigo – dijo el hombre.
-Llámame como tú quieras... unos hombres me llaman de una forma y otros de otra, como más te guste – contestó la voz.
-Pues no se... de momento no se me ocurre ningún nombre...
-Si no encuentras ningún nombre, puedes llamarme simplemente “Amigo”
-Ah, pues así te llamaré contestó el hombre muy contento de pensar que así tenía un amigo con el que podría pasear todas las tardes.
Y desde aquel día, en cuanto llegaba a la playa, buscaba las huellas de su Amigo al lado de las suyas y empezaba a contarle lo que había hecho durante el día... y los dos se reían y disfrutaban de todas las cosas que veían a su alrededor... de las olas que les mojaban cuando iban distraídos y empezaba a subir la marea... de las estrellitas de mar que se quedaban en la arena y corrían deslizándose hasta el agua... hablaban de mil cosas y los días transcurrían tranquilos y felices...
Pero un día, cuando el hombre estaba trabajando, le avisaron de que un hijo suyo estaba gravemente enfermo... tenía una terrible enfermedad y los médicos no podían salvarle...
El hombre sintió como si el mundo se hundiera bajo sus pies... vendió todo lo que tenía para curar a su hijo... lo llevó a los mejores médicos... pero no sirvió de nada... y el hombre se sintió tan mal que se olvidó de todo lo que no fuera su hijo... y dejó de ir a al playa... ya no le importaban las olas... ni las gaviotas... ni las golondrinas de mar...
Dejó de reunirse con el resto de sus familiares porque se sentía muy desgraciado... y perdió a sus amigos y se sintió muy solo...
Y entonces se acordó de su Amigo de la playa y salió corriendo a la orilla del mar para contarle todas las cosas que le ocurrían... y empezó a buscar en la arena las huellas de su Amigo... pero no las vio... y por más que las buscaba no las veía... allí solamente había unas huellas...
Y encarándose al mar gritó con todas sus fuerzas y lloró hasta quedar rendido creyendo que también su Amigo le había abandonado. Pensaba que no era justo que a él, le pasaran tantas cosas... había sido bueno y honrado...no había hecho mal a nadie ¿por qué le tenían que ocurrir a él tantas desgracias?...
Y fueron pasando los días, y los meses...
El hombre no podía hacer nada y poco a poco, empezó a pensar en los hijos que le quedaban y en volver a hablar con ellos y con el resto de su familia... y volvió a pasear por la playa... y a fijarse en las golondrinas... y en las olas que siempre volvían a la arena... y seguía buscando las huellas de su Amigo...
Y poco a poco, la desesperación empezó a darle paso a la conformidad, y el hombre empezó a sentirse mejor... y sus cosas se empezaron a arreglar... y un buen día, cuando volvió a la playa, vio las huellas de su Amigo al lado de las suyas...
Y entonces, el hombre, muy dolido se paró y le dijo:
-¿Ahora vienes? ¿Dónde estabas cuando te necesité? ¡Busqué tus pisadas y no las hallé! ¡¡Me cansé de esperarte y no te ví!! ¿y tú, te llamas mi Amigo? ¡Se puede saber ¿ qué hacías cuando yo me sentía tan mal?
-Cuando tú te sentías tan mal – contestó El Amigo-
Yo te llevaba en brazos...
Aunque te agradecí particularmente,esta muestra de ánimo, deseo hacerlo desde aquí, y decirte que hay tantos momentos que necesitamos que nos lleven en brazos.....Un beso muy fuerte. GRACIAS
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