De nuevo, nuestra cronista de viajes de cabecera, Charo Rivero, nos regala su visión de la salida relaizada el pasado miércoles día 20 al Templo de Debod. Como siempre, querida Charo, millones de gracias.
Amigos: esta mañana hemos tenido la oportunidad de visitar el templo de Debod. Como siempre ha sido un recorrido interesante que nos ha vuelto a acercar al mundo del antiguo egipto.
Fue quizás el rey Alijalamani quien mandó construir esta capilla en Debod, al sur de Egipto, en honor del dios Amón y más tarde de su esposa Isis.
La primera descripción del edificio data de 1813 cuando por orden de Napoleón se inspeccionó la zona donde se ubicaban éste y otros templos. Se levantaron planos y el mismo Champolión nos ha dejado sus dibujos.
La parte más antigua es el santuario, en un estado aceptable de conservación. Ha perdido toda su policromía ya que en 1907, al construir la primera presa de Asuán el templo se vio gravemente afectado, pues permanecía unos nueve meses al año sumergido bajo las aguas. Los colores que según se ha podido saber se usaron en su decoración fueron: el blanco y el negro y los básicos amarillo, rojo, verde y azul.
Fue con motivo de los trabajos de la presa de Asuán, en 1961 cuando varios países, entre ellos España, Italia y Estados Unidos, se comprometieron en la tarea de salvar de las aguas muchos de los templos que se encontraban en peligro de desaparecer para siempre.
El templo de Debod, fue desmontado piedra a piedra y éstas depositadas en la isla Elefantina hasta su traslado a Alejandría de donde saldrían para su destino definitivo en Madrid.
España, prestó su ayuda con un equipo de arqueólogos, historiadores, ingenieros que llevaron a cabo unos importantísimos trabajos finalmente recompensados con esta pequeña joya del arte egipcio que su gobierno ofreció al estado español cómo agradecimiento.
En la actualidad se halla completamente restaurado y las partes desaparecidas han sido reconstruidas con piedra de Villamayor (Salamanca).
Este Madrid nuestro, tan querido, guarda entre el bullicio del tráfico y las idas y venidas de las gentes ajetreadas estos pequeños tesoros desconocidos, silenciosos, sorprendentes, donde poder disfrutar de unos momentos amenos como los que hemos vivido juntos esta mañana tan luminosa de otoño en nuestra ciudad. Un saludo para todos. Charo Rivero.
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